Una CELAC frágil y dividida

Lo que había sido anunciado como un atentado con pena de muerte para la Organización de los Estados Americanos (OEA), fue simplemente un escaparate que evidenció la falta de consenso y unidad que prevalece entre los estados miembros de la CELAC. No es un asunto menor, ya que la expectativa de acuerdos y acciones que se tuvo desde el último encuentro palideció ante la polémica desatada por la presencia de dirigentes que han hecho del autoritarismo una bandera. Cuba y Venezuela fueron los que fundamentalmente pusieron la nota discordante. Condimentado con el reclamo frontal de los presidentes de Uruguay y Paraguay, no había forma de que la reunión pudiera poner sobre la mesa, como se proponía, un acuerdo sobre la desaparición de la OEA o sobre un plan integral de desarrollo para Centroamérica.

Los acuerdos que obtuvieron el apoyo de 18 de los 32 miembros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, terminaron rozando lo anodino. La creación de la agencia espacial latinoamericana y caribeña, la creación del fondo para enfrentar los efectos del cambio climático y el plan de autosuficiencia en salud y vacunación, son pinceladas que desdibujan lo que inicialmente se anticipó como un importante contrapeso al organismo dirigido por Luis Almagro.

Es cierto que con el paso del tiempo cualquier institución debe apuntar a actualizarlo y actuar con los tiempos. También es cierto que, dentro de los parámetros de la Carta Democrática Interamericana, la OEA no ha sido estática; la participación de 35 estados del continente acelera diariamente su actualización con los fundamentos de la democracia, la seguridad, los derechos humanos y el desarrollo. Una participación igualmente plural con 69 estados que cuentan con la calidad de observadores permanentes, además de la inclusión de la propia Unión Europea, han consolidado a este organismo como el que regionalmente tiene mayor importancia para la promoción y cuidado de la democracia en el continente.

Pero más allá de la tradición y el antecedente, existe un ajedrez político que, sobre un tablero con cimientos sólidos, puede hacer mover piezas importantes a quienes poco apreciaron la presencia de Díaz-Canel y Maduro en nuestro país. Estados Unidos ha brindado todo su apoyo a la gestión de Almagro y al organismo en su conjunto. Cuestión que ha sido diferente a las denuncias que se ventilaron en la CELAC. Lo anterior se ejemplifica con la negativa de apoyo financiero al programa de apoyo integral para Centroamérica antes mencionado. Si bien se propone como un gran catálogo de acciones a favor de la infraestructura, el mercado y el empleo, requeriría unos 45.000 millones de dólares, de los cuales los estadounidenses no están dispuestos a financiar. ¿Qué tan fuerte será la CELAC en el futuro? El horizonte se difumina en el intento de rebelión rotunda.

Gorjeo: @gdeloya

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