La guerra de las estatuas y Cuba

En Ojalá, Silvio Rodríguez dice: "... a tu antiguo gobierno de muertos y flores". Creo que leí en alguna parte que se refería al gobierno de Estados Unidos y su gusto por los tributos y los héroes muertos. Siguiendo este camino, se podría decir que el gobierno de López Obrador quería nacer como algo nuevo y lo cierto es que es un gobierno antiguo de estatuas y palabras desprovistas de contenido. Ya dijimos en otro artículo que el presidente está adscrito a una izquierda a la que no pertenecía o no pertenece.

Desde el inicio de su mandato, se ha comparado con Gandhi e incluso con Jesucristo por su lucha a favor de los pobres, pero los hechos hablan: sus compromisos son solo palabras, los programas sociales no llegan a los más pobres y la cobertura a la que sirven. , por ejemplo, en salud es menor que en sexenios anteriores. Palabras vacías las del presidente.

Además de las palabras, ahora su demanda es por estatuas. Desde el inicio de su gobierno intentó releer la historia de México, pero lo hizo mal. Es cierto que la historia la escriben los vencedores y que muchos de los "héroes" eran verdaderos sinvergüenzas con otras causas, pero el reclamo propuesto por el presidente López sufre de la misma crítica: es una versión pseudohistórica basada en ideas y no en hechos. . No hay reivindicación de los pueblos indígenas, solo la idealización de los mexicas con un propósito nacionalista. Es cierto que Cortés y los españoles no trajeron "civilización", pero también es falso que los aztecas representen a todos los pueblos indígenas de esa época o incluso a un pasado glorioso y perfecto.

Sacar a Colón de la Reforma no es una relectura histórica, es una demagogia. Luego vino el vergonzoso episodio de la cabeza de la mujer olmeca (Tlalli), tan estilizada que obligó al jefe Sheinbaum a decir que era una primera versión.

Y hablando de estatuas, hablemos de la Revolución Cubana, una causa que estaba petrificada. Durante décadas, ya no representa el deseo de justicia y libertad, pero su culto, tambaleándose y envejeciendo, continúa. Lamentablemente, la Revolución Cubana representa hoy la opresión, la constante violación de los derechos humanos y el fracaso económico y social.

Por cierto, el amor de la izquierda por la revolución cubana ha sido un amor mal correspondido. Desde su triunfo hasta el gobierno de Zedillo, las preferencias de la dirección cubana fueron con el PRI. Los priístas fueron tratados como clientes VIP en la isla y se sabe que las guerrillas mexicanas no recibieron el trato que las de otras naciones latinoamericanas, quienes eran consideradas personajes. Los líderes cubanos comenzaron a acercarse seriamente a la izquierda mexicana en la década de 1990 y, a medida que se alejaban del PRI y de los gobiernos mexicanos, se centraron en figuras como López Obrador. Éste cumple los dos requisitos necesarios: es el último PRI químicamente puro y tiene inclinación autoritaria.

El gobierno cubano está política y económicamente aislado. Tus compañeros (Venezuela o Bolivia) pueden darte poco. La Unión Europea se está preparando para una serie de sanciones por violaciones de derechos humanos. En este contexto, es evidente que el gobierno de la isla está a favor de una relación cada vez más estrecha con la de México. Pero, ¿qué busca el presidente López con este gesto del 16 de septiembre y la reunión de la CELAC?

Uno de los dilemas históricos de los presidentes mexicanos ha sido darse un espacio político para la negociación con Washington, incluso en los discursos. Buena parte de la simpatía mexicana por la Revolución Cubana fue para darse ese espacio, era decir: somos soberanos. Asimismo, los coqueteos con la Unión Soviética y China durante Echeverría fueron apariencias que le permitieron márgenes públicos de distancia con Estados Unidos. De una forma u otra, cada presidente ha sorteado ese obstáculo excepto López Obrador, quien, desde un principio, se rindió a la administración Trump. Ahora, con Biden, está tratando de ganar un espacio de negociación, incluso si es evidente.

Se ha dicho que también busca el liderazgo latinoamericano, llenando la vacante que dejó Chávez. Mucha suerte con esto porque el liderazgo de Chávez no se logró solo con la retórica bolivariana, sino también con millones de dólares repartidos en varios países y personajes, como seguramente sabe el presidente López. Y aquí el asunto se atasca porque una de las características de AMLO es que es tacaño y es posible que no le quedan muchos recursos para distribuir a otros países.

Por cierto, apenas el 16 de septiembre, el presidente Biden nos felicitó por nuestra Independencia y agregó: México es un socio estimado. Esta es la realidad, no estatuas de piedra congeladas en el tiempo.

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