Un vigilante se pasea sin camisa de un lado a otro en el interior de una lujosa y moderna edificación en la que no vive nadie. En el corazón privilegiado de Caracas, es una excepción levantada en medio de la profunda depresión del sector de la construcción en Venezuela.

A unas escasas cuadras de ese inmueble, en el acomodado barrio de La Castellana, hay otro. También lujoso, también vacío.