La pandemia también infecta a la educación

Ya veníamos mal. Me refiero a la educación. Hace años que instrumentos estadísticos internacionales como la prueba Pisa nos echan en cara que México padece severos retrasos educativos. Estos estudios confirman lo que nos topamos con frecuencia: por un lado, escuchamos de países con sistemas académicos que incluyen clases de robótica en el kínder y, por otro, nuestro país registra un amplio analfabetismo funcional; estudiantes —incluso del nivel superior— que no comprenden lo que leen. Nomás por poner un ejemplo.

Había retrasos sensibles y la pandemia agravó los problemas y las desigualdades. La recién presentada Encuesta para la Medición del Impacto de Covid-19 en la Educación, del Inegi, ofrece datos impactantes: 5.2 millones de mexicanos entre los 3 y los 29 años de edad no están inscritos en el ciclo escolar 2020 - 2021, por falta de dinero o de otros recursos directamente relacionados con la crisis sanitaria.

En otras palabras, hay casi tres millones de estudiantes que no se inscribieron por problemas económicos. Y hay otros más de dos millones que tampoco están inscritos porque consideran que reciben clases a distancia poco funcionales para el aprendizaje; porque alguno de sus padres o tutores se quedó sin empleo; porque no tiene computadora ni otro dispositivo para las clases ni conexión a internet; porque la escuela cerró definitivamente, y otras tantas razones que son igual de preocupantes como que el familiar se contagió o murió de Covid19.

El asunto no queda ahí, porque la mayoría de los afectados corresponden a nivel de educación básica, es decir, preescolar, primaria y secundaria. Estos números angustian porque no sólo es una imagen de lo sucedido, es la historia de millones de niños y jóvenes, de hogares sorteando grandes dificultades, y son el anuncio de una realidad que se supone cada vez problemática.

¿Quiénes están apoyando prioritariamente y desde el hogar a los estudiantes? Las madres, las mujeres. Lo cual representa también un reto de equidad de género porque se les ha cargado la mano. Una vez más. Son quienes apoyan el 85% de los casos en preescolar, el 77% en primaria y el 60% en secundaria. Las acciones heroicas de las madres son bien conocidas. En cualquier caso, no deja de sorprender conocer historias, por ejemplo, de mujeres utilizando el wifi en la vía pública para que sus hijos atiendan clases desde el teléfono móvil.

¿Cómo está enfrentando el gobierno los retrasos en la educación derivados de la contingencia sanitaria? ¿Cómo nos vamos a poner al corriente? No sólo es pensar en volver a las aulas cuando las condiciones sanitarias lo permitan. Se trata de diseñar y poner en práctica el sistema educativo, que no estaba preparado para esto. Uno que subsane los retrasos, que permita la adaptación a las nuevas condiciones, los conocimientos y las habilidades que ya no pueden esperar, de ponernos al nivel de un mundo que va muchos pasos adelante. ¿Estarán, al menos, estudiando opciones? Esa es la tarea, y ya no se entregó a tiempo.

@VicenteAmador

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