“No le cambien ni una coma”

Como lo pidió el presidente López Obrador, los diputados y senadores de Morena y sus aliados, aprobaron, sin cambiarle una sola coma, la reforma eléctrica.

Hace muchos años no se veía una sumisión tan extrema por parte del Congreso como la estamos viendo en este sexenio, los legisladores de Morena no tenían permiso para convocar a un parlamento abierto o para discutir con la oposición, ya que sabían que no podían ceder en nada y la iniciativa se tenía que aprobar tal y como la envió el presidente.

Da pena ver a varios legisladores de Morena, que en su momento criticaban a los legisladores del PRI por no escuchar argumentos y ser sumisos al presidente, que ahora sean ellos sólo comparsas del gobierno. Saben que la Corte va a echar abajo la reforma, pero prefirieron hacer el ridículo, antes que enfrentarse López Obrador.

Parece exagerado, pero ni en los peores tiempos del presidencialismo priista, las iniciativas se aprobaban sin discusión y sin modificaciones. En la época priista el gobierno, antes de enviar una iniciativa, se discutía con los sectores obrero y campesino y con los empresarios y después de obtener el acuerdo, se enviaba al Congreso con la instrucción de no modificarla, porque ya tenía el consenso.

Cuando fui diputado por el PRI en 1988, pasó algo similar, en esa legislatura el PRI tenía una mayoría de apenas 13 diputados, por lo que para cualquier aprobación constitucional se requería la negociación y el acuerdo con la oposición. En una ocasión ante la solicitud de varios diputados del partido de hacer cambios a una iniciativa del presidente Salinas, este nos respondió: “bastante difícil era discutir con la oposición, como para tener que negociar con ustedes”.

En 1989, cuando el presidente Salinas quiso cambiar la Constitución para abrir el sector eléctrico a la inversión privada, se reunió con Fidel Velázquez, líder vitalicio de la CTM, quien le dijo: “Sr. Presidente, haga lo que quiera con las leyes, la Constitución no me la toca” y así lo hizo, sacó una ley inconstitucional, como lo quiere hacer ahora el presidente López Obrador, pero en sentido contrario, o sea cerrando el sector, en lugar de abriéndolo. Yo estoy de acuerdo en fortalecer a la CFE y a Pemex, pero no coincido en dar preferencia a la generación de energías contaminantes sobre las energías limpias.   

La 4ª transformación está resultando una regresión en la división de poderes y la transformación democrática del país. Tardamos casi dos siglos en lograr una Cámara de Diputados independiente en 1997, antes sólo en escasos momentos de nuestra historia tuvimos un Congreso independiente: durante la República restaurada con el presidente Juárez y durante el Constituyente de 1917, en el resto de nuestra historia el Congreso estuvo siempre subordinado al presidente en turno. Durante los últimos 23 años, el Congreso se volvió un auténtico contrapeso del presidencialismo y obligó al rendimiento de cuentas y a la transparencia.

Para evitar nuevamente la concentración del poder en una sola persona, es importante que VaPorMéxico gane la mayoría en la Cámara de Diputados en las elecciones del 6 de junio. Un Congreso independiente es la única garantía para la autonomía del poder Judicial, del federalismo, la existencia de organismos autónomos, la libertad de prensa y la participación auténtica de la ciudadanía. Si el presidente vuelve a ganar la mayoría en la Cámara de Diputados, toda nuestra estructura constitucional democrática y republicana estará en riesgo.

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