En medio de la oscuridad, oportunidades para apostar por México

La pandemia de Covid-19 ha tenido efectos económicos devastadores para todo el planeta, que se han añadido a la calamidad de tener que lamentar millones de víctimas del SARS-CoV-2.

Cada país ha tenido sus propias estrategias, algunas exitosas otras ausentes, para apoyar a los agentes económicos a salir adelante.

La calidad de las ayudas gubernamentales va a determinar la velocidad de salida de la crisis de cada uno de los países. Porque, más que la cantidad de recursos dispuestos será la efectividad para ayudar a las personas a sortear la crisis lo que marcará la diferencia.

La ecuación correcta para una nación emergente era dar respaldo a los trabajadores de los sectores más vulnerables y después diseñar planes de recuperación fiscal para corregir sus desbalances.

México optó por supuestamente cuidar sus finanzas públicas a costa de dejar a la deriva a su gente, sobre todo de aquellos sectores más vulnerables que enfrentaron los peores efectos del cierre de actividades por la epidemia.

La realidad es que la falta de respaldo gubernamental a los agentes económicos, de la mano de tomar decisiones que amenazan la confianza de las inversiones, han marcado una gran oscuridad pública que contrasta con el enorme impulso que tienen muchos agentes económicos privados, que aun en la adversidad, muestran una resiliencia que justifica por qué apostar por México es una muy buena opción.

Hay sectores que claramente no han podido resistir los efectos económicos de la pandemia y la falta total de respaldo gubernamental, sobre todo el de servicios y marcadamente las actividades turísticas.

Los que han sabido adaptar sus estructuras de costos y han logrado hacer buen equipo entre empresa y trabajadores, pueden aspirar a salir del estado de coma actual.

Hay otras actividades productivas, básicamente dentro del sector secundario, que han tenido una resistencia excepcional, sobre todo aquellas que están ligadas al sector exportador, hoy cargan con las esperanzas de una recuperación más vigorosa del Producto Interno Bruto del país.

Hay un ejemplo sobresaliente de resiliencia empresarial, que no es producto de la casualidad, sino de una estrategia financiera y operativa muy bien pensada, es la Fibra Educa, que es el único fideicomiso de inversión en bienes raíces del sector educativo en México.

El punto de partida es contundente, en este país hay unanimidad en concebir a la educación como indispensable para el desarrollo del país. Todos pensamos igual, aunque existan matices en las formas de hacerlo.

Claro que el sector educativo, como el resto de las actividades, ha resentido los efectos de la pandemia. Pero hay claridad en algo: la educación, como actividad prioritaria, requiere de espacios adecuados para atender ese mercado que necesariamente se tiene que regularizar.

Uno de los grandes valores de la Fibra Educa, además del rendimiento superior a 47% que ofreció a los tenedores de sus certificados el año pasado y de 8% en lo que va de este año, es que demuestra que se pueden tener inversiones altamente redituables en un sector de alta responsabilidad social como la educación.

Este es un buen ejemplo de claridad, en medio de tantas oscuridades, que demuestra que hay muy buenas oportunidades para apostar por México.

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